«El pez de oro» es un libro del escritor Gamaliel Churata. Llegué a él gracias a damián y a héctor hernández y, desde que lo compré en el 2017, me ha acompañado… o, mejor, lo he (per)seguido: me he adentrado lentamente en esta cueva (ques la obra de Churata), he emprendido su lectura muchas veces. La última vez me ha llevado a leerlo con más disciplina, hasta el punto en que es la primera vez que me siento conectado con el libro de una manera alegre, es decir, con la armonía dada por la curiosidad y la claridad. Los siguientes poemas-notas son resultado de un momento de la lectura especialmente fértil. Alguna vez un señor que conocí me dijo que la escritura es una extensión de la lectura y, desde hace tiempo, creo que desde que comencé a leer este libro y Los páramos inversos, de Juan José Rodinás, he tratado de convertir esta idea en una técnica de escritura. He tratado de hacer libros que se paren en este método o técnica de despliegue lectura/escritura (también he llamado al método o técnica «máquinas escriturales» en algún momento). Nunca me ha dado la concentración o la vida para que algo así se convierta en un libro entero de poemas-notas hechos sobre otro libro, aunque quizá en pornografía (librito que publicamos con varios amigos hace unos años) haya puesto en práctica una técnica o máquina escritural similar.
En el caso de los poemas-notas que verán a continuación, el método o máquina fue algo como esto: todo tiene como base cierto «sentido propio» del ritmo. Algunos versos vibran o me parecen vibrar con un ritmo especial y quedan fijos en el lugar de los títulos de cada poema. Cuando uso el término ritmo no me refiero a la cadencia silábica de los versos, sino a la forma en que construyen un territorio de imágenes, del modo en que despliegan junto a mí (y mi lectura) un dominio que me sorprende, conmueve o inquieta. Esta inquietud despierta una especie de curiosidad que solo parece resolverse con la exploración, con la escritura. Esa escritura, me parece, tiene algo similar al ensayo, pero es fundamentalmente un poema: el despliegue figural del ritmo o del territorio o de las imágenes (no sé bien cuál, porque están enredados estos tres conceptos aún para mí). Quizá lo mejor sería buscar otro término que no sea ritmo, y seguramente pueda emprender esta búsqueda, pero trato de comunicar una experiencia y la configuración de una máquina escritural sucedidas en «mi interior», sin planos. Es decir: el entendimiento de esta técnica, de esta forma de hacer poemas, se da en la inmanencia de la acción corporal de escribir, como suele suceder con muchos de las habilidades en un oficio o deporte (como un deportista que ha configurado una manera de jugar no desde «el cuaderno», sino en la corrección de movimientos, atención a las tensiones de su cuerpo, afilado de la mirada, etc., todo desde el propio lenguaje no-verbal en el que se codifican las prácticas corporales. Es decir: mi cuerpo ha construido unas formas de escribir, no mi «mente»). Por esto, verbalizar o comunicar la forma en que opera técnicamente mi cuerpo, es un ejercicio de creación en sí mismo.
Por último, eso que llamo «sentido propio» del ritmo es ya un problemón a parte. Hay, sin duda, algo de misterioso en este sentido que nos permite ver la potencia o peligro o intriga en algo como un verso de un poema o una frase de una novela o un ensayo. Por esto, aquello «propio» es más bien el lado oscuro de lo que llamamos gusto o intuición o criterio. O quizá es el lugar o momento en que nuestro gusto o intuición o criterio se abre y se enfrenta al misterio. No quiero decir solamente que haya que formarse un «gusto» propio, o tener definidos nuestros intereses. El asunto no es un psicológico o estético (solamente), sino… quizá… místico u ontológico. Amanecerá y veremos, dijo el ciego.
Aquí, entonces, los cinco poemitas-notas que uso de excusa para soñar esta nota teórica:
buscadme en las chuspas / poema familiar
la familia se abre y se agota
la perspectiva asumida por mí estos días
determina varias cosas
que no tengo familia realmente en la sangre
que mi sangre es el pulso del pasado
un ritmo
pero no este ágape forzado
me toca
entonces
recoger todo en chuspas
pensar en el reciclaje
y luego soñar con mi extinta familia
y reconocer una formación pulsante
y escuchar una voz sin rostro decir
«búscanos en las chuspas»
y revisarlas casi con hambre casi sin hambre
desesperado al punto del filo
del hambre del hambre
y encontrar los despojos vibrantes
como cáscaras y semillitas y despulpaciones
y preguntarme
qué hacer
qué hacer
qué máscara le pongo a estas imágenes
y luego qué cuerpo me dan
o queda
preguntarles
en todo caso
para que sean capaces de hablar sin voz
para que estén sin reparos
solamente estando
y figurar una parcela abonada
con la sombra de los árboles de aguacate
que crecen en este valle
lamiendo el aire del páramo lejano
su oración lejana
sin rostros
y por tanto casi familiares
no por ausencia
sino por estar
salientes de las chuspas
a punto de bailar
¡Pobre Virgen, venida a menos, que pariste hokollos! / poema familiar ii
entonces
en la cima del suelo
un patio reposa
cuyo centro es un bichofué que trina
y bajo
bajísimo
mano hundida entre el colchón
diurno y tibio
avientrado y pepudo
almojanado y mojado
una virgencita pare ullucos
Cerraré mis compuertas, y no las abriré, pajarito; no las abriré si no me trinan tus relámpagos / poema amoroso (a ele)
nube trinosa
caldito
canciona el sol encima de tu tormenta
relámpagos hacen
diminutos soles dulces
y el frío los agota
una vida cortísima
infinitíiiisima
chiquita nube
entre el blando cielo
La poesía crepita y revienta salvas de camaretones en mis ojos / poema de fin de año (a juan)
mis ojos
completamente ciegos
reventado castillo
en el cielo del 31
eco de ladridos
calle poblada
mis ojos
¿acaso los mestizos no somos vihuelas cordobesas en que charanguea el indio? / poema ch’ixi (a alejo y cami)
en las manos que se hacen
casi andando
hay olvidados sonidos territoriales
pequeños grandes potreros en las manos
potreras manos potrereando
que traicionan o curiosean entre las matas
unas matas nuevas casi matas
entre las manos
como un grillo en el borde de una cueva
o de una laguna arriba bien
arriba en las manos
cerradas manos recién nacidas