Pequeña nota sobre «Sillent Hill»

Este texto es un fragmento de pornografía (2021), un libro que pueden descargar aquí. Para quienes no conocen o saben de ese librito, la idea era acercar la poesía a la teoría ficción, a las escrituras especulativas, estudiando la relación que hay entre los cuerpos y las imágenes. Suena general, pero, bueno, digamos ques una muy sucinta reseña. Este texto de a continuación me agrada por sí solo, entonces decidí publicarlo aquí, como pequeña nota sobre Silent Hill. Lo encontré mientras comienzo el proceso de reedición (casi reescritura) de pornografía. Así que aquí va.


[…]  Pongamos un ejemplo: un producto como Silent Hill, principalmente los primeros tres juegos. Reconstruye un mundo de horror y sufrimiento, y con ello se constituye en una «obra artística» por la manera en que se relaciona con sus consumidores. También compone y proyecta unas imágenes, un sistema de imágenes e interacciones a partir del deseo en el que sexualidad y la muerte comparten un mismo y conflictivo ambiente de actualización, un mismo sustrato. Las narraciones que toman lugar en este mundo de horror brotan de este sustrato, de una acumulación y movilidad (vibración) que se sustenta debido a su actividad parasitaria. El universo de estos juegos no puede ser si no parasita. Por ejemplo, el fetiche extraño por el cuerpo femenino que performa una enfermera, o las contorsiones propias de la sexualidad y el cuerpo desnudo, pero de un modo que esta parasitación no puede ignorar, metonímicamente hablando, su cercanía con los espasmos del cadáver, del cuerpo sufriente e, incluso, del cuerpo martirizado. Claro que, y esto para definir un contraste, esta vía de parasitación va en una dirección contraria a la del erotismo católico en el que el dolor, el sufrimiento, la entrega, se convierten en don sensual y en indagación sexual. En Silent Hill, el dolor, el sufrimiento, no son entrega, son una especie de reconfiguración del trauma, de las culpas. Lo demoniaco en el juego es aquello sobre lo que el imaginario católico del santo o santa doliente se alza victorioso: el horror del desierto del cuerpo. En las imágenes católicas de este tipo, el espacio trascendente se está abriendo ante un cuerpo que alcanza su límite, produciendo así un residuo: el goce sexual del cuerpo, la sensualidad con que se «viste» la tortura: bienaventuranza y, con ella, una contra-subjetivación producida por la comunión con Dios. Esto es bastante batailliano, visto de un modo estricto. Sin embargo, en Silent Hill no existe la bienaventuranza, sino más bien un proceso de anulación de la subjetividad y la encarnación de monstruos o demonios que no son propiamente sujetxs, pues son el resultado —más bien— de un entorno que se alimenta de un punto de intensidad humano, es decir, el o la protagonista. Pueden ser, perfectamente, cuerpos ultra-desubjetivados, parasitando una familiaridad, «entrando a tu casa», es decir ingresando en un orden de imágenes (no figurativas) específico. El espacio mismo es un demonio inorgánico, el pueblo es —por supuesto— el mayor protagonista, el gran parásito. La vida del espacio sólo «aparece» cuando entra en contacto con un personaje y, a partir de su cuerpo, con todos sus terrores. Silent Hill es lo más parecido que ahora puedo imaginar al Diablo como figura contraria a la bienaventuranza del Cristo, por seguir en el cómodo lugar común (lo digo en sentido amplio) del cristianismo y su imaginario. Este pueblo es lo más cercano a las potencias demoniacas o a lo espeluznante de la causa y movilidad del pueblo como espacio material inexplicablemente ahí (cf. M. Fisher, Lo raro y lo espeluznante). Sin embargo, tiene una especie de agencia, una actividad parasitaria que se dispara cuando entran ciertos «sujetos» en su territorio. Es como si el Diablo fuera un espacio-tiempo: el Infierno no es un castillo donde reina el gran demonio, sino la propia vida espeluznante del Diablo. O, para ser más fiel al lore del juego, el pueblo ha funcionado como un vientre maldito, como un huevo que ya es el Diablo (Samael), aunque lo es en potencia, como vibrando, a punto de formarse, aún sin órganos. [Hace un tiempo, gracias a un video de un youtuber llamado Bortz, encontré un clip fundamental para entender lo que de pornográfico tiene el mundo del juego en cuestión. Dejo aquí el video conceptual que el Team Silent realizó de Silent Hill 2, titulado Fukuro]. Si bien lo humano aparece en estos cuerpos, en el espacio mismo como un remanente, éstos por momentos llegan a un nivel de abstracción perturbadora. Jugando así muy bien con este carácter familiar, pero extraño, que remarca la distancia entre la Total Transparencia de la presencia divina en los cuerpos martirizados y la absoluta materialidad y horror de los cuerpos sufrientes que habitan Silent Hill. Parece, en todo caso, que el Team Silent construye su mundo a partir de una lógica metafísica de fondo cristiana, o al menos eso parece en términos superficiales. Pero esta deriva ha ido muy lejos. Freno.


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